En un barrio, el paisaje natural es intensamente antropizado; sin embargo, las condiciones topográficas originales permanecen debajo de la alfombra. Solo en ocasiones en que la llanura se quiebra y se genera una barranca, se puede mirar por encima de las demás construcciones. En una suave pendiente se eleva la planta baja por sobre el nivel de la calle, aprovechando el vacío dejado por la construcción de enfrente, para poder conseguir esa vista en el paisaje de llanura. De esta manera, se modifican los límites visuales originales y se transforma en un terreno con doble mirada: una vista al contrafrente, hacia una cancha de golf, y una nueva vista al frente, hacia el horizonte. Espacios pasantes y blancos capturan esta doble condición, conviviendo ambos paisajes en forma simultánea en su interior. La casa, se incorpora de manera delicada, relegando su protagonismo a la nueva “naturaleza” construida en este barrio suburbano.










