En el bosque pueden coexistir dos miradas: una horizontal, que se recorta ente los troncos de los árboles y una vertical, con dirección a las copas. Podría entenderse al bosque como una gran cubierta natural que filtra entre sus hojas la luz del sol. Cuánto más nos alejamos de la base, mayor es la posibilidad de poder captarla. Como un artefacto la casa se despega del suelo, buscando acercarse a la copa de los árboles y al sol. La apertura de la cubierta refuerza esta decisión. En su interior, las vistas se orientan hacia el horizonte y hacia la parte superior de los árboles, conviviendo en todos los ambientes esa doble mirada que existe del bosque.







